El sueño de ser presidente del gobernador de Puebla se acabó

Por Sin Embargo | Domingo, Septiembre 14, 2014

Rafael Moreno Valle Rosas gobierna Puebla desde el 1 de febrero de 2011. Nunca, en sus más de tres años y medio de administración, había tocado el fondo en el que ahora está metido, aunque siempre, por sus excesos y soberbia, ha estado en el foco de las críticas de ciudadanos, de organizaciones civiles nacionales y extranjeras, y de la escasa prensa independiente de la entidad.

Moreno Valle llegó a ese cargo gracias a la coalición formada por los partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD), Convergencia [hoy Movimiento Ciudadano] y Nueva Alianza (Panal), y luego de una larga trayectoria en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), instituto que hizo a un lado cuando no recibió del tricolor el respaldo a su candidatura al gobierno del estado.

Fue entonces cuando su amiga Elba Esther Gordillo Morales, ex líder del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE), lo convenció de ser el candidato de una alianza, también impulsada vigorosamente por “Los Chuchos, la corriente perredista denominada Nueva Izquierda que lideran Jesús Ortega Martínez y el actual presidente nacional del PRD, Jesús Zambrano Grijalva.

Desde el inicio de su administración, el Gobernador aliancista ha gobernado con base en una criticada estrategia mediática. Los análisis del presupuesto que el mandatario ha destinado a la publicidad en medios marcan que ha favorecido no sólo a los diarios y a las cadenas de televisión y radio locales, que son condescendientes con su accionar desde el poder, sino que ha privilegiado los espacios que desde Televisa y TV Azteca le han permitido trascender su imagen a nivel nacional.

Sin embargo, ahora, tras el desalojo violento de pobladores de San Bernardino Chalchihuapan, ordenado el 9 de julio pasado por su Secretaría de Seguridad Pública (SSP), y en el que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) evidenció esta semana sus mentiras al dictaminar que fue su policía la que disparó contra un menor y le causó la muerte, el Gobernador está en boca de todo el país.

Es decir, su dadivosa estrategia de gastar a manos llenas el dinero de los ciudadanos en los medios de comunicación locales y nacionales para apuntalar su imagen no sólo en Puebla sino en todo el país –porque alguien, una “Maestra”, en un tiempo que se ve ahora muy lejano, le metió en la cabeza que podía ser Presidente de México– es la misma que ahora le cobra la factura.

Luego del caso Chalchihuapan, el nieto del General Rafael Moreno Valle, quien también fue Gobernador de Puebla y además Secretario de Salubridad y Asistencia en el gobierno del entonces Presidente, el también poblano Gustavo Díaz Ordaz, atraviesa por la crisis de credibilidad más importante en toda su carrera política.

Hace mucho que los poblanos dejaron de verlo como una esperanza al dominio del PRI en la entidad y como el político joven que haría que los habitantes del estado tuvieran las oportunidades que merecen.

Por el contrario, los sondeos y encuestas de la opinión pública, además de grupos civiles y la prensa libre de su obsequiosa cartera, lo ven como un Gobernador que en sus más de tres años de gobierno se ha dedicado a comprar conciencias y sumar voluntades a costa de perseguir a opositores –incluyendo a periodistas y luchadores sociales–, e incluso como un mandatario que fabrica delitos y no tuvo empacho para presionar y tener comiendo de su mano a los integrantes de los Poderes Legislativo y Judicial en la entidad.

Los próximos dos años que le restan a su gobierno, sin embargo, ya no serán los del viento a favor ni los de los anuncios de obras faraónicas. El Gobernador que quiso ser Presidente es ahora uno de los más repudiados por todo el país. Los partidos que lo apoyaron en 2010 lo van dejando solo, y el PRI, que bien que lo sabe hacer y más si tiene el poder desde Los Pinos, le cobrará por todas y cada una de sus traiciones.

El sueño se acabó para Rafael Moreno Valle Rosas… Murió el día en que el niño José Luis Tehuatlie Tamayo, de 13 años, falleció víctima de un disparo en la cabeza de sus policías represores. Un proyectil que, como boomerang, ha destruido su fantasía: la de ser el Presidente de todos los mexicanos.

http://www.sinembargo.mx/opinion/13-09-2014/27215