Luego de Chalchihuapan, se apaga la estrella de RMV

Por Status | Lunes, Septiembre 15, 2014

Hasta el 9 de julio pasado, invariablemente, los caprichosos astros de la política se le habían alineado al gobernador Moreno Valle.

“Todo le sale” —era una de las frases más comunes pronunciadas por aliados y detractores.

Había elementos para llegar a esa conclusión.

El rompimiento con Mario Marín en el 2006 se dio con precisión quirúrgica.

Su inmediata salida del PRI fue un movimiento estratégico de enorme rentabilidad política.

Cuando varios certificados de defunción fueron expedidos a su nombre, dieron fruto las alianzas que lo catapultaron al PAN y a amarrar la candidatura al senado.

En esa campaña, de la mano de Elba Esther Gordillo y Felipe Calderón, dio cátedra de operación electoral eficiente y le ganó caminando a su ex jefe, amigo y padrino político.

A la par, inició un ambicioso proceso para hacerse del control absoluto del partido a través de la cooptación de la rancia nomenclatura panista poblana.

Todo le salió a la perfección.

Hasta los más dogmáticos se sumaron a su proyecto de gobernar el estado, en aras de la obtención de un triunfo histórico.

La hasta entonces inoperante estructura electoral del blanquiazul fue sustituida por la particular de Rafael.

Sus incondicionales entraron a rajatabla a los cargos más importantes para la obtención de votos.

Se convenció a quien tuvo que convencerse y se compraron conciencias al por mayor.

Paralelamente, la definición de una estrategia basada en la concreción de alianzas políticas antes impensables fue la cereza del pastel.

Aprovechando el anti-manirismo latente en varios sectores de la sociedad poblana, el triunfo fue arrollador.

Su llegada al gobierno estatal generó expectativas nunca antes vistas.

Un nuevo estilo basado en dar resultados concretos en tiempo récord disparó sus niveles de popularidad.

La llegada de un presidente emanado del PRI no obstaculizó la buena fortuna.

Ni siquiera cuando el nuevo tlatoani decidió encarcelar a Elba Esther Gordillo, autora material e intelectual del Frankenstein morenovallista.

El poblano, a pesar del potencial tsunami, salió ileso.

Contra todo pronóstico tejió alianzas exitosas con Peña Nieto y fue importante en la operación de temas prioritarios para el mandatario federal.

Mayores ingresos federales para el estado, sin etiquetar, fueron parte de la recompensa.

En lo político, el proceso electoral local de 2013 fue un día de campo para el gobernador y su grupo.

Prácticamente sin oposición, sus incondicionales se hicieron de las principales alcaldías y de la mayoría de escaños en el congreso local.

Otra vez, maximizando los beneficios de las alianzas electorales y ensayando con éxito la fórmula de las candidaturas comunes.

Ya en el 2014, Moreno Valle fue la pieza clave para que Gustavo Madero repitiera al frente del CEN del PAN.

Todos los recursos humanos y económicos necesarios para amarrar la reelección fueron provistos por el gobernador de Puebla, quien en buena parte hoy controla aspectos prioritarios de la vida del partido.

Lo anterior era fundamental para el proyecto presidencial del poblano.

Sin escándalos previsibles en el horizonte inmediato y ejerciendo con éxito la estrategia de “control total”, el cielo parecía el límite.

El operativo de desalojo de habitantes de la junta auxiliar de Chlachihuapan todo lo cambió.

Como liebre que súbitamente brinca del sombrero del mago, la muerte de José Luis Tehuatlie a manos de policías cambió la buena estrella de Rafael.

A partir de ahí, nada volvió a salir bien.

Un pésimo manejo de crisis, salpicado de descaradas mentiras oficiales y coronado con el uso faccioso de instituciones públicas para encubrir el asesinato, resultaron una auténtica receta para el desastre.

La soberbia como eje central de la toma de decisiones estratégicas, tampoco ayudó.

La resolución de la CNDH los puso en evidencia y enojó a quienes se sintieron engañados.

Las consecuencias de esto apenas empiezan a verse, a pesar de la intentona oficial de darle carpetazo al asunto.

El caso Chalchihuapan —la primera crisis real del actual gobierno— ubicó en su justa dimensión a quienes ocupan todavía posiciones clave en el gabinete.

Resultaron ser chiquitos, mucho más de lo que cualquiera pudiera haber imaginado.

Aquella frase de que “gobierno con los mejores”, hoy no resiste el menor análisis.

La falta de confianza es hoy la moneda de cambio en la relación gobernantes-gobernados y a partir de ahí ya nada podrá ser igual.

La muerte de un niño indígena, hasta hoy impune, ha apagado la buena estrella de Moreno Valle y costará mucho, muchísimo volver a hacer que brille con la intensidad de antes.