En Guerrero caminan juntos el crimen y la política

Por El Universal | Martes, Septiembre 30, 2014

En el estado de Guerrero la política y la violencia caminan juntas. Más aún, son muchos los ejemplos de que, en Guerrero, la política y el crimen también van de la mano. Y no es nuevo que las disputas político-electorales resulten en luchas que terminan con muertes. ¿Lo dudan?

Hace poco más de 20 años —el 24 de septiembre de 1994—, el ex gobernador de Guerrero, diputado electo y potencial secretario de Gobernación, José Francisco Ruiz Massieu, fue asesinado de un balazo en la cabeza, en una de las avenidas más importantes y transitadas del Distrito Federal. El asesino material está preso y nunca se supo del autor intelectual.

Parte emblema de las masacres en Guerrero es el crimen colectivo que la voz popular bautizó como “la masacre de Aguas Blancas”, perpetrado el 28 de junio de 1995 en el vado del mismo nombre y que costó la vida a 17 campesinos masacrados por la policía. Como resultado fue obligado a renunciar el entonces gobernador Rubén Figueroa.

El 20 de agosto de 2009, en los previos a la elección para renovar el gobierno estatal, el líder del Congreso de Guerrero y aventajado precandidato por las llamadas izquierdas, Armando Chavarría, fue asesinado fuera de su casa por un solitario matarife. Hasta hoy nadie sabe nada. ¿Por qué? Porque nadie investigó nada.

El mítico 12 de diciembre de 2012, luego de un choque entre estudiantes de la Normal de Ayotzinapa y policía estatal, los normalistas prendieron fuego a una estación de gasolina de Chilpancingo, cuyo estallido costó la vida a Gonzalo Rivas, el responsable del sistema de bombeo y quien murió al intentar desactivar los sistemas de cómputo para tratar de evitar el estallido. Nadie pagó por ese crimen.

Y apenas el pasado viernes —como se sabe— policías del municipio de Iguala, en Guerrero, dispararon contra autobuses que habían sido robados por estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, en donde los uniformados provocaron la muerte de un normalista. Sin embargo, la noche del mismo viernes, otro grupo de normalistas fue atacado a tiros por desconocidos —luego de que ofrecieron una conferencia de prensa sobre el primer ataque—, y apareció otro joven muerto. La madrugada del sábado un camión que transportaba a jóvenes futbolistas también fue acribillado, provocando la muerte de un menor de edad, de una mujer y un taxista.

Hasta la noche de ayer nadie había negado la versión de la presunta desaparición de 57 normalistas, mientras que estudiantes vandalizaron el Congreso local —exigiendo la renuncia del gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre y del alcalde de Iguala, José Luis Abarca—, mientras que la policía de Iguala fue acuartelada. Los uniformados presuntos responsables fueron puestos a disposición del Ministerio Público, al tiempo que el Ejército y la Policía Federal se encargaron de la seguridad de Iguala.

¿Qué pasó? ¿Los policías municipales fueron responsables de los tres ataques? ¿Por qué razón los testigos del ataque al autobús de los futbolistas relataron que los disparos que alcanzaron su autobús eran de metralleta? ¿Por qué llegar al exceso de desollar a uno de los normalistas, al que además le sacaron los ojos? ¿Quién es capaz de llevar a cabo el presunto secuestro de 57 normalistas que habrían desaparecido? ¿Quién habría secuestrado a los normalistas, si los policías presuntos responsables de la masacre ya están presos?

La hipótesis que proponen estudiosos de la política guerrerense apunta a que grupos políticos vinculados con el crimen organizado tratan de “tenderle la cama” al gobernador Ángel Aguirre, quien el pasado 7 de septiembre —luego de la elección interna del PRD—, se convirtió en el político más poderoso del estado de Guerrero, desplazando no sólo al PRD, sino al PRI. Y con ese poder, Aguirre no sólo hará alcalde de Acapulco a su hijo sino que jugará con las fichas del PRD y el PRI para colocar y mangonear a su sucesor. Y es que el PRD y el PRI de Guerrero comen en la mano de Aguirre.

Ese domingo 7 de septiembre, y con la ayuda del PRI estatal, el gobernador Aguirre hizo ganar a su grupo político, conocido como Izquierda Progresista Guerrerense, que derrotó a Nueva Izquierda, de Los Chuchos y al Grupo Guerrero. El “planchazo” del gobernador dejó muchos muertos y heridos políticos que amenazaron con arrebatarle el poder al mandatario estatal. ¿Quién le tiende la cama al gobernador de Guerrero? ¿A qué costo se dirime la sucesión del gobierno estatal en Guerrero? ¿Debe renunciar Ángel Aguirre? El resto de la historia, en otro momento. Al tiempo.