Eduardo Medina Mora violó en el pasado derechos humanos

Por El Universal | Martes, Marzo 3, 2015

En menos de un mes la suerte parece cambiar el destino de los dos hermanos Medina Mora. Hace unos días, Manuel anunció que a partir del 1 de junio deja su cargo como copresidente de Citigroup y director general de la Banca de Consumo Global. La razón, aunque él no lo dijo pero es sabido por todos, es el fraude en contra de Banamex cometido por el dueño de Oceanografía, Amado Yáñez, actualmente preso, y del cual algunos directivos bancarios fueron omisos y otros hasta cómplices.

Contrario a la desgracia de su hermano, el embajador Eduardo Medina Mora aparece en la terna enviada al Senado por el Presidente de la República para elegir al onceavo ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en sustitución del finado Sergio Valls Hernández.

Y aunque esto pueda parecer de buena suerte para Eduardo, la verdad es que su participación como aspirante a la Corte se ha vuelto tema de conversación en los pasillos de Pino Suárez 2 y no ha caído nada bien.

A pesar de que por obvias razones los actuales integrantes del máximo tribunal de justicia del país no pueden tomar una postura pública ante lo que parece ser la imposición del actual embajador de México en Estados Unidos, trascendió que es unánime el enfado y el rechazo de ministros y empleados en contra de quien dicen es el favorito del Presidente.

En los círculos judiciales es conocida la antigua costumbre del primer mandatario quien, en un acto de cortesía, toma en consideración el parecer de los ministros, a fin de que entre los posibles candidatos pudiese elegir a aquella persona que abonara al sano equilibrio y cordialidad que debe imperar en todo órgano decisor de las características de la Corte.

En esta ocasión, el Presidente de la República sin mayor explicación y por sorpresa, designó la terna de la cual habrá de salir el nuevo ministro. La misma está integrada por dos magistrados que no suelen estar bajo los reflectores, Felipe Alfredo Fuentes Barrera y Horacio Armando Hernández Orozco, y el embajador Medina Mora, quien parte con una amplísima ventaja en relación a sus competidores. El sentir común de los ministros es el de que “les está dando atole con el dedo”, al poner a dos intachables miembros de la élite judicial federal para que sirvan de comparsa al favorito Medina Mora.

En los pasillos de la Corte se dice también que la molestia, además de la imposición por sí misma, obedece al perfil del embajador, quien tiene un pasado vinculado con violaciones a derechos humanos del cual no se puede deshacer fácilmente.

Se trata de violaciones tales como la indignante detención de las indígenas otomíes Alberta Alcántara Juan y Teresa González Cornelio, que la Primera Sala de la SCJN, en sesión histórica en la que se constituyó como tribunal de apelación, las exoneró de los ridículos cargos hechos por la Procuraduría General de la República, a cargo en ese entonces de Medina Mora, al acusarlas de secuestrar a seis agentes de la Agencia Federal de Investigaciones en Querétaro. Ante esto, nadie quiere ver al embajador nuevamente justificando la represión y los abusos, pero ahora bajo el cobijo y el calor de la Suprema Corte.

PUNTOS SUSPENSIVOS: Más allá de la justa molestia de los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por la falta de cortesía, la nominación del embajador Medina Mora claramente se vislumbra como un intento del Ejecutivo por irrumpir con uno de sus incondicionales en el Poder Judicial; como un intento, esperamos infructuoso, de volver al pasado oscuro donde los poderes Legislativo y Judicial eran agencias de colocación para los cuates del Presidente.

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